martes, 19 de febrero de 2013

EL ENCUENTRO CON LA MADRE



Después de muchos años de esperarlo y anhelarlo finalmente llegó. En contra de muchos pronósticos de Chamanes, Mamos de la Sierra, Médicos, simplemente ocurrió. Para la luna llena de abril de 2012 mi hija había resuelto ser humano y tejía su casa de espera en mi cuerpo. Fueron nueve lunas exactas en las que nos reconocimos como una sola unidad, mi embarazo estuvo lleno de paz y de tranquilidad excepto por los dos días que se me ocurrió ir al médico y por eventos familiares inesperados ocurridos en mi séptimo mes de embarazo. Los dos controles que realmente me hice me diagnosticaban inmediatamente embarazo de alto riesgo seguramente por mis 38 años de vida. Para la cultura patriarcal que le gusta tanto las mujeres jóvenes, dóciles e inclusive ingenuas, una mujer de 38 les resulta rancia, infertil y de alto riesgo. Pero mi ser Partera me ha traído varios regalos y uno de ellos fue la tranquilidad con la que prácticamente cuidé yo misma mi embarazo. Escogí los examenes y el momento de las ecografías, observé mi alimentación, el aumento de peso, la presión arterial, los ejercicios... pero sobre todo me dediqué a sentir a mi chiquita; de hecho me hice la última ecografía en la semana 42 de gestación para ver si el liquido en el que navegaba mi hija aún alcanzaba para esperar su novena luna. 

La espera de Sara, puso a prueba mi fidelidad conmigo misma, pues las voces del miedo son múltiples y provienen de distintas lugares, hacen ruido y no dejan escuchar tu propia voz... Sin embargo, después de caminar kilómetros a diario y usar plantas, por fin mi Ser habló. El día 27 de diciembre, tuve un sueño en el que una voz me decía, espera la luna ese día vas a parir, me desperté, no se lo dije a nadie y esperé. La luna del 28 cumplió con su promesa y empecé el proceso esa misma noche. 

Todo el tiempo estuve muy segura de mi cuerpo y de mi corazón, viví el parto tan esperado, segundo a segundo desde las 12:30 de la madrugada del 29 de diciembre y después de vivir ese proceso entendí que el parto no es sufrimiento… pude constatar como cada contracción requiere la PRESENCIA DEL SER y en ese sentido para mí, hoy, EL PARTO es el gran ENCUENTRO CON LA MADRE, con la esencia de la tierra… con esa esencia que no divide, que no abstrae la vida sino que destila su fuerza... En la contracción si te distraes, si tu mente se va por un segundo, si tu corazón no está allí… el dolor se instala, pero si eres una sola cosa, si eres un instante sin tiempo, si eres la presencia mayor entonces tu cuerpo responde, tu cabeza se inclina, tu voz aparece en canto salvaje, en oración sin letra, y la vida abre el camino. 

Hoy creo que nos falta mucho por aprender de esa memoria sagrada a la cual podemos acceder las mujeres a través del parto, y que no es otra cosa hoy para mi que el ENCUENTRO CON LA MADRE, con esa madre tierra, con esa fuerza que supera toda imagen humana y que está oculta bajo el velo del dolor y de la visión masculina del cuerpo femenino y de la vida... y eso lo supe en carne propia también ese día... tanto porque viví un parto maravilloso en casa por más de 18 horas como también porque tuve la oportunidad de vivir como mamá, el otro escenario del parto, al salir en el último momento al hospital, a causa de un expulsivo prolongado... llegué y la voz patriarcal no me creía que mi hija ya estaba a la puerta de su vida humana... sin embargo la evidencia llevó a los médicos a iniciar sus labores y abrir mi perineó con un escalpelo con la única anestesia que me proporcionaba mi fiel cuerpo. Fueron solo minutos de estancia en este otro escenario tan temido por mi y aunque todo pasó de la mejor manera, pues pude vivir el ENCUENTRO CON LA MADRE, pude vivir el parto sin ningún tipo de anestesia... y pude abrazar a mi hija y lamerla (ante los sorprendidos ojos del personal médico) hoy ratifico que vale en mucho vivir ese ENCUENTRO SAGRADO y seguir trabajando por un parto respetado para que más y más mujeres puedan tener los escenarios para encontrarse consigo mismas, ser fieles a su propio cuerpo y corazón, pero sobre todo vivir el PARTO como la entrada a otro tipo de sentir la vida misma y vivir el amor.

martes, 10 de abril de 2012

SOY


Soy mujer colombiana, filósofa y partera desde hace muchas vidas, no tengo una cultura o costumbre propiamente dicha, me siento tan indígena como blanca, tan oriental como occidental, tan negra como mestiza, tan del norte como del sur, tan joven pero tan vieja, tan de la selva como del campo, del monte y la ciudad, soy una extraña para muchos, casi una leyenda para otros, he sido amada con locura y odiada sin reservas al mismo tiempo. Soy filósofa, no solo porque estudié en la universidad, sino porque simplemente no me he podido recuperar de la filosofía; siempre recaigo en ella una y otra vez, cuando veo caer la hoja de un árbol o cuando veo salir a la vida a un nuevo ser humano... me convertí en partera y terapeuta hace años y me convertí en ello desde el mismo momento en que pensé que podía serlo, solamente por el hecho de que desde ese mismo instante me dediqué a parirme a mi misma y a sanarme a través de los otros. Aunque ha pasado un buen tramo de tiempo en esta labor, el camino apenas inicia. Ha sido ardúo, a veces quiero cansarme tanto como para no continuar, sin embargo retomo fuerzas, bien sea escribiendo un blog, un artículo o adelantando una página más de lo que alguna vez será un libro. Este Blog en cierta forma tiene que ver con un nuevo comenzar, quiero compartir con todas las personas que me conocen, con las personas que por alguna razón me consultan, las reflexiones y sentires de este camino del parirse y abrirse hacia la vida y hacia la muerte.